Como burgalés que soy, me siento orgulloso y a la vez triste cada vez que leo algún tema cultural, biografía o crónica sobre los pueblos de nuestra provincia. Bien es cierto que existen rincones pintorescos por el norte de nuestra geografía burgalesa que sería un atropello o un verdadero insulto si no apareciesen en los anales de nuestra historia; y qué decir de los grandes pueblos del sur, o los de La Ribera del Duero.
Pero, ¿quién se acuerda de esos pueblos que se encuentran a la orilla del Esgueva?, ¿alguien ha oído hablar de sus iglesias románicas, de sus conventos, de los puentes románicos sobre el río, de los molinos de agua, de los batanes, de los telares...? Alguno conserva aún parte de la muralla que le fortificaba, manteniendo el nombre de sus puertas y portillo con el nombre de sus calles.
Estos pueblos, aunque sea por derecho histórico, también tiene cabida en las crónicas de nuestros historiadores o cronistas, y nunca se les ha hecho mención ni se les ha dado el lugar que les corresponde en la historia burgalesa. No debemos olvidar que todos y cada uno de estos pueblos, que por insignificantes o recónditos que resulten para alguien, también ayudaron a construir, piedra sobre piedra y adobe sobre adobe, la milenaria historia burgalesa.
Miguel Ángel Marqués Sanz
Diario de Burgos (01/03/2003)
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Estos pueblos, aunque sea por derecho histórico, también tiene cabida en las crónicas de nuestros historiadores o cronistas, y nunca se les ha hecho mención ni se les ha dado el lugar que les corresponde en la historia burgalesa. No debemos olvidar que todos y cada uno de estos pueblos, que por insignificantes o recónditos que resulten para alguien, también ayudaron a construir, piedra sobre piedra y adobe sobre adobe, la milenaria historia burgalesa.
Miguel Ángel Marqués Sanz
Diario de Burgos (01/03/2003)
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