
Muerden el polvo y padecen la agonía de ya tres años de inquietud, los desamparados hijos de esta España adormilada, hartos de tantas patrañas y compromisos insustanciales que ven pasar con impotencia los días y no cambia el rumbo de su situación decadente, sino todo lo contrario, cada vez se agrava más, auspiciados con las tibias y tardías resoluciones que se les aplica en forma de paños calientes y sujetos, únicamente, al amparo del incierto auxilio con el que son asistidos por el estado benefactor.
Carentes del todo de lo más imprescindible para salir adelante y acariciando ya la oscura sombra de la desesperación y de la penuria, entran en una fase de angustia y pavor que les lastra y les hace dar un paso
atrás en su lamentable estado social y económico. Asi mismo pierden ya la poca confianza que aún se tenía
en el sistema público y en la clase dirigente por no saber responder con eficacia y celeridad a los problemas
sociales más acuciantes que la ciudadanía les ha estado demandando durante todos estos años de insuficiencia.
Hijos de un Dios menor, principalmente por que se han visto y se ven solos, cercenados de su dignidad y
respeto que les corresponde, viéndose en ocasiones desasistidos y privados de sus derechos laborales y
constitucionales infringidos, tácitamente por las empresas que les abandonaron. Mientras, ¿dónde se esconden los garantes que prometieron un estado de bienestar? Chiquilicuatres que han dejado pasar un valioso tiempo justificándose en discursos y campañas propagandísticas y convenidas. A la vez que se tambalea nuestra estructura económica, miles de millones se pierden en subvenciones para proyectos fútiles y en los bolsillos de funcionarios corruptos y arribistas codiciosos.
Diario de Burgos 20-11-2010
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