Ya está ahí para algunos el día esperado, momento triunfal que llevan esperando con anhelo esos españoles persuadidos por el poder y el clasismo o simplemente convenidos por la ignorancia supina (según se quiera aplicar) que, ataviados con sus colores de ocasión y portando eslóganes afines a su facción política, van a salir a la calle lanzando vítores de alborozo y enarbolando a su causa partidista las banderas que, hoy por hoy son de todos, aunque algunos se las apropien deliberadamente para sí... a lo mejor, va a ser cierto que estos prosélitos, en su fuero interno creen que estos aprendices de magos conocen algún elixir y pueden extraerlo de su caldero de pócimas para sacar esto adelante... Para las mentes claras, es obvio que el mal
está ahí, al descubierto. Los ciudadanos de a pie ya hemos sufrido lo suficiente estos últimos años en nuestras carnes con los unos, como para que ahora nos vengan los otros demagogos con sus discursos envolventes y populistas, arribistas que ambicionan el poder como lobos hambrientos, disfrazados con la
piel del cordero para luego excusarse con burdas justificaciones... El tiempo pondrá a cada cual en su sitio, aunque ya sea demasiado tarde... Ante esta tesitura, es obvio afirmar: con qué cara se atreven todos estos a pedirnos el voto. La respuesta la están dando miles de indignados que día sí y día también se revelan contra
esta continua agresión de políticos y banqueros que han degradado la condición humana... Somos personas, no productos de mercado.
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