La gesta de Gamonal
aparece como la semilla nueva que ha logrado fructificar en el
terreno baldío de este pedregoso país, como en su día el 15-M fue
ese viento fresco que despejara nuestras amodorradas mentes
acomodaticias.
Con el eslogan
promulgado en la calle: “sí se puede” , y con algún resultado
de inmediato, el impacto mediático oportuno del que se vale la
proclama de los manifestantes para transmitir ese mensaje de estímulo
al intelecto del resto de la sociedad, hace efecto. A veces, impacta
más cuando la propagación viene focalizada desde un lugar lejano y
apenas conocido en estas lides, donde un David más pequeño tiene
que pugnar con el Goliath de siempre. La ciudadanía cabal no se
manifiesta ni por gestas pueriles ni impulsada por filias o fobias
hacia alguna facción política, como pretenden difamar algunos...,
lo hace deliberadamente y con la libertad que le ampara la
Constitución y que se recoge en el artículo 21, donde se reconoce
el derecho de reunión pacífica y, por supuesto, sin autorización
previa.
El efecto Gamonal, no
es más que una acumulación de frustraciones y de impotencia de la
ciudadanía que lleva padeciendo estoicamente el peso de esta
interminable crisis, los recortes y tropelías perpetradas durante
estos últimos años por las clases dirigentes y los poderes
fácticos, entre ellos la “caspa”. Algunos entienden este efecto
inmediato que con tanta rapidez se ha extendido por pueblos y
ciudades, como el efecto dominó o la chispa que salta en una balsa
de gasolina.
Diario de Burgos 19/01/2014
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